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viernes, febrero 27, 2009

LA MUERTE DE UN ÍDOLO

Hola. Pues a mí si se me murió un ídolo. Es mas, murió por su propia mano, haciéndose el harakiri de la peor forma que se puede hacer: traicionándose a sí mismo.

Y es que si. Hay que estar consciente de que cuando se es un símbolo, cuando se han sembrado durante décadas, en los corazones de las personas, esas expectativas de que las cosas buenas valen, sirven, son deseables, que conforman nuestra manera de vivir... pues no se puede de pronto hablar por hablar, sin medir consecuencias.

Como gente de medios, me he dado cuenta durante los últimos años que la farandulización (término que aprendí en mi estancia en Chile) de las noticias es un mal que se hizo costumbre en radio y tv, en revistas y cuanto órgano de comunicación social se encuentre al paso. Y parece que algunos "artistas" se complacen demasiado en dar a esos medios el material necesario para que se siga hablando de ellos a costa de lo que sea. He querido suponer que Serrat habló de algo que no conoce muy bien. Sigo...


De que no tiene idea de la no aceptación de la figura del presidente venezolano en Chile. Hablar de ello en el entorno de un Festival de la Canción de la fama y tradición que tiene el de Viña del Mar (y en pleno 50 aniversario!!) me parece simplemente absurdo. Esto no fue hablar de un personaje digno de mención, sino de una aberración de la política actual en el mundo. Sencillamente, no se puede defender lo indefendible.

Serrat ha faltado a sí mismo y nos ha faltado a quienes desde los setentas le conocimos y amamos, quienes cantamos sus canciones y nos inspiramos en él para ser mejores personas siguiendo lo que nos decía en muchas de sus canciones. A eso me refiero cuando hablo de la gente que se convierte en un símbolo. Quienes fuimos adolescentes en los gloriosos años setentas no solo aprendimos a dirigirnos a la madre de la chica de nuestros sueños sino que añorábamos los días de nuestra niñez y los barquitos de papel y entendimos que amar a un maniquí no era locura sino un acto de amor sublime. Serrat era para nosotros ese amigo un poco mayor que nosotros que vivía en un país que acababa de salir de una guerra civil y una dictadura y que experimentaba una explosión de libertad nueva de la que fuimos testigos todos. Por eso confiamos en sus canciones y en su persona, por eso nos reuníamos en las tardes de junio en el viejo barrio de Tepito, en el zaguán de Jesus Carranza 93, con mi amigo José Maldonado, con su hermano Luis, con el Toño, la Chepa y sus hermanas y sobre todo con el bohemio del grupo Jose Antonio para cantar en guitarra las canciones del primer álbum de Serrat inspirado en los poemas de Machado. Jose Antonio me escribió en una hoja de papel y de su mano, la letra de "Cantares" y para mí era un tesoro invaluable. Fue la primera canción que aprendí gracias al sistema de la inolvidable "Guitarra Fácil" y la he cantado durante años y años en las reuniones sociales....

Como digo, Serrat fue inspiración y guía, ese elemento de coherencia entre todos los amigos quienes le seguíamos a la distancia y tomábamos su ejemplo para a la vez, sentir cómo esos años valían la pena de ser vividos.
Pero eso son sólo mis recuerdos. Son lo que Serrat nos dejó y que continuó después en su propia carrera. No sólo se convirtió en un símbolo sino en una institucionalidad. Y ahora que lo pienso, es posible que él mismo nunca estuviese totalmente consciente de ello... y es una lástima. 

Probablemente en el hartazgo de la fama, se sintió con la libertad de expresarse acerca de un tema tan delicado que no midió sus consecuencias. Quienes hemos reaccionado recibiremos críticas de quienes pueden afirmar que estamos exagerando hasta la médula. Mas no olvidemos que precisamente son esos personajes los que debieran cuidar su lengua y pensar más de una vez lo que han de decir. Como Locutor Profesional, como productor y como gente de medios lo se muy bien. Cada cosa que se dice ante un micrófono debe ser cuidadosamente racionalizada y soltarse con precaución o pagar las consecuencias. Esa farandulización de la que he hecho mencion en esta misma nota puede dar fe de lo que digo.

Lamento tener que decirlo, Sr. Joan Manuel Serrat: nos ha traicionado, pero lo más triste es que usted mismo se ha traicionado y ha echado a la basura la imágen que teníamos de alguien que nos enseñó (haya sido su intención o no) que hay valores que se respetan. Ahora, ya no podemos respetarlo como lo hacíamos.

Troy

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por suerte la obra del artista siempre trasciende al artista y por mucho,nos quedamos con tu obra Serrat,porque de Tarrés...de Tarrés nos quedará un mal recuerdo,apenas eso...